EXÁMENES
Después de duros esfuerzos por superar el segundo
trimestre, llegaron las pruebas de los exámenes. La profesora Carmen (de
literatura y ciencias sociales) y el profesor Óscar (de Matemáticas y
Biología), nos dieron unas cuantas hojas grapadas, las cuales contenían toda la
información necesaria para aprobar los exámenes.
El día de los dos primeros exámenes llegó un viernes.
Supongo que todos estábamos nerviosos por lo que pudiera llegar a salir de
aquellas pruebas. Aunque los profesores nos dejaban estudiar entre clases, incluso
si lo hacíamos por grupos. Unos cuantos
más y yo tuvimos la gran idea de hacer un esquema en la pizarra, gracias a ello
la información se nos quedó un poco más estable en la cabeza.
Cuando el momento llegó, todos entraron con los
folletos entre las manos, murmurando lo que leían y echando una hojeada por
encima para mantener lo que habían memorizado. Las mesas estaban bastante
separadas, y cada uno se sentó en el sitio que más le convenía. Yo, por mi
parte, preferí sentarme atrás del todo.
El profesor repartió los exámenes. Antes de empezar,
leyó los ejercicios en alto y aclaró las dudas sueltas o los errores de la
ficha. Después dio comienzo a la clase y el aula se transformó en silencio,
pero también en ruido, porque la gente pasaba las hojas del examen, quejándose,
y llamaba al profesor para aclarar sus dudas. Fueron 45 minutos de operaciones,
problemas, cuadriláteros y ángulos, pero, al final, acabamos por fin y
entregamos el examen mordiéndonos las uñas.
Usamos de nuevo el tiempo libre para estudiar (aunque ojalá
yo hubiese estudiado más) y después de un pequeño descanso, volvimos de nuevo a
la misma aula y a los mismos sitios para recibir el siguiente examen: El de
biología.
Éste salió peor. Pero la mayoría aprobamos.
El día lunes volvíamos de nuevo a los exámenes, pero,
esta vez, de literatura y ciencias sociales. El primero fue el de literatura,
que era bastante fácil (obviamente si habías estudiado). Así que llegamos al
aula a primera hora, medio dormidos y repasando los apuntes otra vez. La
profesora nos pidió los apuntes antes de entregar las hojas del examen. Y, de
nuevo, cada uno estaba centrado en los papeles que tenía sobre su mesa,
escribiendo y completando. Pasaron los 45 minutos. Puse el último punto y
entregué el examen bastante satisfecha.
Usamos el tiempo libre para estudiar ciencias
sociales, y enseguida volvimos a estar frente a otro examen, de nuevo en el
aula. Éste tuvo su complejidad, pero, bueno, creo que salió bien.
Y así finalizaron los exámenes.
Belén
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